Ulises Carrión ¿qué es un libro?

Querido lector. No lea, dedicada a Ulises Carrión (1941, San Andrés Tuxtla, México – 1989, Ámsterdam, Países Bajos), es una de las exposiciones del año en el Reina Sofía y una de las más difíciles de montar, incluso para este museo especializado en mostrar experiencias artísticas precisamente muy poco, o nada, museísticas. Así que no se desanimen si frente a la primera sala se topan con una serie de vestigios, como los que se presentan en un proceso judicial, sobre la figura de este artista conceptual de los 60 que es además un teórico del arte superdotado y no son capaces de hacerse una idea sobre qué clase de obra van a disfrutar más adelante.

Y es que lo primero que descubrirán sobre Carrión es que era un librero. Y que, mediante su librería-galería de arte Other Books and So, exploraba las posibilidades del libro como soporte para las obras de arte y de paso explicaba cómo la comprensión del soporte es una cuestión crucial para hacer arte. Para Carrión el libro no es el texto (de ahí el título de la exposición) y por eso la literatura es un arte que no saca partido del formato libro. Un libro es una serie coherente de páginas y por eso cada una debe distinguirse a primera vista de las otras y mantener una relación de sucesión necesaria o de ritmo con las demás. Por eso un buen libro, como los que aparecen en la muestra, debe crear unas condiciones de lectura basadas en la naturaleza secuencial del propio libro y no depender de las que propone el texto.

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Esta reflexión sobre los libros se extiende a otros soportes y Carrión demuestra, por ejemplo, en la divertidísima Gossip, Scandal and Good Maners, cómo el estudio, casi escolar, de las relaciones entre los conceptos de cotilleo, rumor, escándalo y calumnia, puede, mediante la árida fórmula de la video-conferencia como soporte, constituir una obra de arte.

Si Carrión se fija en el correo, el arte que se puede hacer teniendo en cuenta que va a llevar un sello y que va a ser trasladado por carteros cobra un impulso gigantesco. Y si Carrión decide que va a hacer lo propio con la organización de un festival de cine consigue que traer a la trasnochada actriz mexicana de los 50 Lidia Prado a su Festival de Ámsterdam se convierta en una pieza de museo. Igualmente, su teoría sobre la imposibilidad de que la tv se convierta en un soporte artístico no tiene desperdicio como pieza de video-arte.

Finalmente lo que la exposición enseña es la forma de pensar del artista conceptual o incluso cómo alcanzar el pensamiento creativo. En efecto, si en el Instituto nos enseñaban a aspirar al pensamiento abstracto y nos proponían para ello distintas materias que pudieran actuar de detonantes para lograr pensar como científicos Carrión en esta exposición explora soportes variados para que imaginemos con él un posible arte capaz de enclaustrarse en ellos. Realmente formativo.