La vida de la pareja de artistas centroeuropeos y ultravanguardistas Katarzyna Kobro (Moscú, 1898-Lodz, 1951) y Władysław Strzemiński (Minsk, 1893-Lodz, 1952) acabó siendo un combate contra la dictadura de corte estalinista de Polonia empeñada en imponer exigencias estilísticas a los artistas. Así lo cuenta la última película del recientemente fallecido director polaco Andrzej Wajda, Les Fleurs Bleues (Las flores azules), dedicada precisamente a Strzemiński, que pasó de ser el artista polaco más importante del siglo XX, (había formado parte, junto a su mujer, de la vanguardia heroica rusa, al lado de Malevitch y Tatlin, había organizado el constructivismo polaco de los años 30 y 40 y fundado la Colección Internacional de Arte Moderno en Lodz) a ver su obra destruida y a no poder trabajar por tener una visión del arte diferente al realismo socialista.
La obra de Kobro también fue destruida en buena parte durante la II Guerra Mundial. Lo que queda se conserva en el actual Muzeum Sztuki de Lodz, heredero de aquel museo insólito que su marido creara mediante donaciones de artistas contemporáneos y amigos como: Ernst, Léger, Picasso, Calder, Van Doesburg… Una colección que incluía la famosa Sala Neoplástica diseñada para exponer esculturas de Kobro y obras de arte geométrico recolectadas en París y de la que el Reina Sofía ha realizado una excelente réplica.
La muestra comienza con los frutos de la teoría del Unismo, una síntesis de muchas ideas modernas que Strzemiński desarrolla a mediados de los años 20 según la cual todo aquello que no pertenece a la esencia del medio artístico (en su caso, la pintura y en el de Kobro, la escultura) debe ser rechazado. Por eso desaparecen progresivamente las sensaciones de movimiento o profundidad hasta llegar al lienzo monocromo marcado por unos extraños relieves que dan fe del componente material del medio pictórico. Del mismo modo, las esculturas de Kobro postulan la unión con el espacio en detrimento de la preocupación por producir formas aisladas. Sus planchas coloreadas se horadan y retuercen para atrapar unas veces y liberar otras el espacio con calculada fluidez.
El comisario de la muestra, Jaroslaw Suchan, llama a estas obras prototipos porque evidencian una fe entusiasta en la utilidad de la experimentación artística: una suerte de talante, política o forma de pensar, exportable a otras actividades más productivas (como el diseño, la arquitectura o el urbanismo) y a casi cualquier ámbito de la vida social que puede ser revolucionado por ella. En este sentido, fíjense en los títulos de algunas obras de la primera época. (El Ejército Rojo está luchando heroicamente en el frente. La retanguardia roja debe ayudar a la vanguardia roja, Organizad la Semana de la donación roja en todas partes o Proletarios del mundo, ¡Uníos! Organización de la producción. Victoria sobre el sistema capitalista).
Este compromiso con la experimentación artística produce en los años 40 otra sorprendente teoría de Strzemiński sobre el realismo titulada: Teoría de la visión. Según, Strzemiński lo importante no es representar los objetos reales sino la percepción que tenemos de ellos. Y ésta varía según el contexto que es también quién marca los límites del realismo alcanzable en cada época. ¿Será esta forma de ver vanguardista aún la nuestra? En el Reina Sofía, en la muestra Kobro& Strzemiński. Prototipos vanguardistas, una vibrante respuesta.
Enlace al trailer de la peli de Wadja: http://www.allocine.fr/video/player_gen_cmedia=19567311&cfilm=227478.html