Decía Machado: “El ojo que ves no es ojo porque tú lo veas, es ojo porque te ve”. El artista suizo Rémy Zaugg parece decirnos en la muestra Cuestiones de percepción algo muy similar: “la pintura que tú miras es pintura no porque esté pintada, es pintura porque la pintas cuando la ves”. En este sentido, el cuadro Le monde voit [El mundo ve] contiene un texto que reza en rojo sobre azul: MAIS MOI JE TE VOIS [Pero yo yo te veo] ¿Quién es este moi [este primer yo]?¿Es el cuadro que te está percibiendo? ¿Es el artista que le habla al cuadro y le dice que le ve al pintarlo? ¿O eres tú que, mientras lees el cuadro, le estás informando de que le ves? Todas las soluciones son posibles si pensamos en el cuadro como un dispositivo que surge y actúa mediante la percepción. Un dispositivo que presupone la presencia del espectador, hasta el punto de que para Zaugg el cuadro sucede cuando se ve, más que cuando se pinta.
Por eso la carrera de Zaugg empieza cuando pinta dos series muy largas de cuadros (27 esbozos perceptivos de un cuadro,1963-1968 y Una hoja de papel, 1979-1990) donde describe lo que ve cuando mira el cuadro de Cézanne La casa del ahorcado. Así “pinta” el cielo, el árbol, la casa, el camino… nombrándolos en el lienzo (algunas veces en el mismo lugar que ocupaban en el cuadro del francés). Puede que Zaugg haya ejercido su talento de pintor para no-pintar esas cosas, para escribirlas, pero una vez en el lienzo, el hecho es que son una pintura. Una pintura fruto de lo que en Internet se llama prosumo: algo que se mantiene entre la producción y el consumo. (Como cuando colgamos contenidos en las Redes sociales).
Por el contrario, en Proyección (la mañana),1990, Zaugg coloca un lienzo de manera que tapa el paisaje que va a pintar. Luego proyecta encima la imagen de lo que la tela pudiera estar tapando. Con pintura blanca, parece que persigue el fin de pintar el paisaje que vemos proyectarse. Pero en realidad la actividad de pintar no produce la pintura de un paisaje sino que señala más bien a la creación como un acto de resistencia. Zaugg elige pintar un paisaje con blanco sobre blanco que es lo mismo que si hubiera decidido pintar no-pintando, resistiéndose a hacerlo. Finalmente pinta la pintura de la pintura pero no produce nada parecido a un cuadro.
Y es que Zaugg está con el Magritte que pintó una pipa con un letrero que decía: Esto no es una pipa, es decir, contra la pintura retiniana. La pintura no es para ojos vagos, automáticos, es para obligarles a mirar la mirada. Como hace el ojo machadiano, que es también el ojo prosumidor de Zaugg.