01.

Angelo Morbelli
Alba [Amanecer], c. 1891

La Fundación Mapfre presenta hasta el 5 de junio una de las exposiciones del año, Del Divisionismo al Futurismo. El arte italiano hacia la modernidad, donde se cuenta de nuevo el nacimiento del movimiento moderno. La particularidad es que lo hace desde otro lugar, desde otra tradición, la italiana. Así el Divisionismo se plantea, hacia finales del siglo XIX, muchos de los problemas que afrontó el Puntillismo francés en el mismo momento y que evolucionaron hasta dar origen, en los inicios del XX, a los primeros movimientos de vanguardia, el Cubismo y el Futurismo, en Francia e Italia, respectivamente.

En principio, el Divisionismo es una técnica pictórica que, como el puntillismo, crea planos de color mediante la aplicación de minúsculas manchas (pequeños trazos en este caso) de forma que el color se mezcla de manera inmaterial en el cerebro y no físicamente en la paleta del artista. Así un verde, por ejemplo, que resulta de amasar una pasta azul y una amarilla aparece en el lienzo menos luminoso que si el artista coloca pequeños trazos azules y amarillos suficientemente juntos. Además si el artista quiere que ese plano verde parezca estar iluminado, es decir, tenga zonas más claras y otras más oscuras, deberá añadir blanco o negro y el color perderá parte de su pureza (saturación) mientras que si los pequeños toques se separan o se juntan, la apariencia es de mayor claridad u oscuridad pero sin perder esa especie de luz interna que tienen los colores puros. Así que los planos coloreados divisionistas resultan además de iluminados, luminosos. Esto se ve muy bien en los paisajes y, sobre todo, en los paisajes nevados, donde la tarea de representar la luz que refleja la nieve resulta sencillamente espectacular ya que estas zonas blancas (también son blancas, no olvidemos, las zonas de sombra) son tan «blancas» que parecen emitir luz, como si les diera el sol.

En un segundo momento, el Divisionismo se aplica a representar asuntos realistas (como en Reflexiones de un hambriento de Emilio Longorio) que cobran una dimensión alegórica, casi política, por efecto de esa luminosidad que añade los matices simbólicos de claridad extrema, crudeza, objetividad… de forma que, más que apreciar un un indigente contemplando el escaparate de un restaurante, lo que vemos es una injusticia social.

08.

Gaetano Previati
La danza delle ore [La danza de las horas], 1899

Abundando en esta vía, el efecto luminoso se aplica a asuntos simbolistas, como en los cuadros de Gaetano Previati. Así, en La danza de las horas, por ejemplo, unas etéreas figuras femeninas ocupan un espacio neutro, dorado, fuertemente iluminado, que da forma a un mundo real, aunque paralelo, como es el de las representaciones mentales o ideas.

B0090P 0035

Giacomo Balla
Compenetrazione iridescente n. 4 [Compenetración iridiscente n.º 4], 1912-1913

Y, finalmente, llegamos al Futurismo. Un movimiento fuertemente iconoclasta, que rechaza la tradición y se centra en asuntos nuevos y espinosos como la representación de la velocidad, la exaltación de la guerra o, directamente, el futuro. En estas obras, que en muchos casos alcanzan la abstracción, no sería necesario que los planos de color estuvieran iluminados, es decir: ¿qué más nos da que un triángulo rojo, por ejemplo, sea más claro por un vértice que por otro si no existe fuente de luz?. Probablemente, como en los planos sombreados del cubismo, estas formas aluden a la realidad. Por eso, aunque el futuro no adopte una representación realista, la imaginación futurista quiere anclarlo en cierto modo a lo real. Gracias a la técnica divisionista, muy astutos los futuristas, nos presentan un futuro, más que innecesariamente iluminado, magníficamente luminoso.

Aquí la edición que hizo Pilar Ortega para Metrópoli. Muy buena

La Luna de Metrópoli, nº618 viernes 4 de marzo